El debate sobre la izquierda. socialismo y comunidad organizada


El origen histórico del problema y su derivación actual

Por Gabriel Fernández *

En los últimos quince días se reflotó el debate alrededor de la izquierda en la Argentina, su rol político y sus diferencias y acuerdos con el movimiento nacional y popular. Dado que esa forma cultural tiene presencia dentro y fuera del kirchnerismo, nos permitimos algunas consideraciones de fondo para comprender lo que sucede.

La izquierda argentina en general, con un par de excepciones que señalaremos, parte de dos errores ensamblados, configurados en origen. La admisión de la presunta secuencia universal Feudalismo – Capitalismo- Socialismo, y la implantación de programas europeos en la vida política local, sin procesamiento ni adecuación.



Entre ambos se forjó un mecanicismo positivista que dejó de lado la dialéctica y analiza la realidad desde una visión maniquea. Ayer, en el germen mismo del movimiento, y hoy, cuando se le podría exigir adultez en el razonamiento.

Esta visión maniquea identifica la fase negativa de la realidad con todo lo que no se defina como “socialista”, y por tanto deriva en una caracterización devaluatoria de la “política criolla”. Es decir, evalúa a los movimientos políticos locales como perjudiciales para el pueblo por mundanos, eclécticos… por políticos.

Así, el “socialismo” se transforma en un concepto vacío pero a su vez excluyente. No sirve para construir pero si para segmentar. En concreto, políticamente, hoy es una bandera inaprehensible cuya presentación pública suena abstracta frente a las opciones concretas a escoger a la hora de elaborar acción política masiva.

En la misma línea, la Tercera Posición, el nacionalismo popular democrático, que hace carne en la política real y genera procesos de transformción, es menoscabado. Los actuales socialistas ni siquiera lo saben, pero esa reducción “etapista” es heredera de la calificación original de Juan B Justo sobre la política criolla.

Como las conclusiones son a la vez absolutas y sus formuladores se convencen de estar andando el rumbo de la historia debido a aquella presunta secuencia (que nunca fue más que una señalización de trazo grueso, sin afán de certeza eterna), la Tercera Posición y su propuesta de Comunidad Organizada merece ser atacada sin piedad pues encarnaría una visión burguesa remozada.

De ahí que cuando objetamos la confluencia de la izquierda argentina con franjas ultraconservadoras en el orden sindical, político y económico, a sus referentes no les importe, pues evalúan que la carnadura política (criolla) de tales postulados, el peronismo hoy kirchnerismo, representa “la peor” versión del capitalismo.

Ahí está el nudo de la cuestión.

Veamos suscintamente las excepciones. Asentados básicamente en German Ave Lallemant, Lenin, Trotsky mexicano, Manuel Ugarte y la dialéctica hegeliana, han surgido vertientes locales que adecuaron con inteligencia el socialismo a las necesidades nacionales. De allí manan dos caminos en trazo grueso: la Izquierda Nacional y el Socialismo Nacional.


Por supuesto que en medio hay numerosas variantes, pero en esas grandes denominaciones se encuadran quienes rompieron con la versión juanbejustista del socialismo. Sin embargo, todas las conceptualizaciones mencionadas resultan, aun hoy, superadas por el pensamiento político concreto y analítico del forjismo argentino.

(Que la presentación académica del socialismo y obviamente del liberalismo tradicional lleven a esos sistemas de pensamiento a contar con prestigio, no indica que estén acertados en concreto. Justamente, lo que los diferencia del pensamiento nacional argentino es la gestación práctica, callejera pero no por eso desatinada de este último).

La idea fuerza de la Comunidad Organizada es que el Estado debe ser rector de la sociedad con firme presencia económica, política y social, pero no el único organizador ni generador de acciones. La sociedad necesita lugar para la labor individual y también para la iniciativa grupal – social. Cuando esos tres factores se conjugan, como hoy en la Argentina, el desarrollo se potencia, pero también se equilibra.

La reducción integral de una comunidad a la labor concentradora del Estado, y su contracara, a la iniciativa particular de los individuos, termina gestando desequilibrios y malformaciones que están a la vista de quien quiera ver.

En ese marco, hablar sobre capitalismo si o no, cuando no existe otro sistema de producción en el planeta, es una abstracción inconducente que puede perjudicar la acción política popular concreta en el presente.

Por tanto, y reforzamos el concepto, en los dos errores planteados al comienzo de este breve artículo, están las claves de los comportamientos evidenciados por las fuerzas políticas que, en la Argentina, se posicionan como representantes de la izquierda.

La reflexión da para mucho más, pero debido a los debates recientes, preferimos condensarla de este modo y escuchar – leer lo que aquellas personas que opinen con matices diferenciados quieran añadir.

*Director La Señal Medios / Area Periodística Radio Grafica FM 89.3